jueves, 22 de diciembre de 2011

CORSARIOS Y PIRATAS


Corsario era el nombre que se concedía a los navegantes que, en virtud del permiso concedido por un gobierno en una carta de marca o patente de corso, capturaban y saqueaban el tráfico mercante de las naciones enemigas de ese gobierno.
Hasta el siglo XIX, la actividad corsaria estuvo siempre a cargo de particulares que armaban buques una vez obtenida la patente de corso y recuperaban la inversión con el botín obtenido en las presas capturadas y los rescates por pasajeros de importancia. El corsario estaba limitado en su acción por la patente, pudiendo sólo capturar mercantes de determinados países y teniendo que repartir botín y rescate con el Estado en muchas ocasiones. Esta es la principal diferencia con el pirata, que atacaba cualquier buque sin tener que rendir cuentas a nadie. Francis Drake es un buen ejemplo de esa época.

Aunque la actividad corsaria ya se practicó en la Antigüedad, el auge de los corsarios tuvo lugar entre los siglos XVI y XVIII. Durante este periodo todas las potencias navales europeas empleaban sistemáticamente a los corsarios para entorpecer el tráfico de sus rivales con las colonias como complemento a su flota militar regular. Los últimos actos corsarios tradicionales tuvieron lugar en el siglo XIX durante la guerra de Cuba.
Antes del desarrollo del derecho internacional entre las naciones europeas, no había ningún recurso al que acogerse para obtener satisfacción tras sufrir pequeños agravios. Los corsarios se empleaban para resolver estos asuntos sin entrar en guerra abierta. El gobierno de un país proporcionaba una patente de corso al propietario de un barco que le permitía armar su barco y atacar a otros barcos que navegaran bajo una bandera particular. A cambio, recibían una porción del botín, yendo a parar el resto a las arcas del gobierno, lo que subsanaba el agravio.
Para el país objetivo, el corsario era prácticamente igual que un pirata (en ocasiones los corsarios acababan siendo piratas), y además esta era la intención. La única diferencia era que los piratas estaban proscritos en todas las naciones, mientras que los corsarios tenían inmunidad legal en el país que les contrataba, y se les consideraba prisioneros de guerra si eran capturados por otros países. Los corsarios a veces recibían el nombre de «piratas caballeros». Algunos corsarios recibían también el encargo de cazar a otros corsarios, mientras que en ocasiones los corsarios incurrían en la piratería -sin que se lo encargasen- si entraba en sus planes.
Los países europeos renunciaron a contratar corsarios en la Declaración de París de 1856. Otros países, como los Estados Unidos, renunciaron a estas prácticas más tarde, durante las Conferencias de la Haya de 1899 y 1907.

«pirata»
Se llama piratas a los navegantes que, a lo largo de la historia, saqueaban naves mercantes para obtener un botín. La piratería comenzó con los primeros barcos griegos, pero la palabra se comenzó a aplicar para designar a los ladrones que atracaban a los barcos que recorrían las rutas comerciales de españoles, ingleses, franceses y portugueses entre los siglos XV y XVIII. En particular, los más temidos eran los vándalos ingleses, que saqueaban a los navíos españoles que volvían de Portobelo (hoy Ciudad de Colón, en Panamá) con los tesoros del nuevo mundo. Los piratas que cometían hurtos y crímenes eran ahorcados en las plazas públicas, tras juicios a los que la población les sometía.
Las banderas piratas se izaban cada vez que un barco iba a atacar una nave. Cada pirata, corsario o bucanero tenía una propia, aunque eran variantes de la famosa calavera sobre dos tibias cruzadas, donde el cráneo sobre fondo negro simbolizaba la muerte. También incluían armas (sables, mosquetes, hachas) y corazones que simbolizaban la sangre derramada.

Fuente.
Wikipedia.

3 comentarios:

  1. ¿Quién era esi? ¿El que inventó el jamón de York?
    Oye, que a mí el monín esi de la imagen recuérdame a un profesor que tuve...

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