jueves, 23 de agosto de 2012

LUIS XIV - EL REY SOL


Entre las ocho y las nueve y media de la mañana el primer ayuda de cámara despertaba al rey descorriendo las cortinas de la cama con dosel, luego lavaba las manos con alcohol y, a continuación el monarca se incorporaba, bebía agua y rezaba una oración... Antes de levantarse le ofrecían dos pelucas para que eligiera y cuando se había puesto la bata que le tendía el primer ayuda de cámara. Mientras el rey era afeitado, reclamaba la "premiére entrée": entraban los cuatro secretarios de gabinete, los lectores, boticarios, médicos, tesoreros, oficiales y ayudas de cámara y algunos privados. Aquél que llegaba cuando las puertas de la antesala se habían cerrado, tenía que hacer notar su presencia rascando ligeramente la puerta para solicitar entrada. Llamar con los nudillos se consideraba una impertinencia.

Bajo los ojos expectantes del público, Su Majestad seguía vistiéndose. El afán de observación de prelados y cardenales, duques y cortesanos quedaba satisfecho con creces. No era raro ver a un cardenal como espectador en el dormitorio real.

" El rey se ponía sus calcetines y sus pantalones, a los que estaban sujetas las sobrecalzas de seda; dos pajes le abrochaban los zapatos mientras Su Majestad se dignaba anudarse personalmente las ligas. Después el rey se quitaba el camisón, le entregaba al primer ayuda de cámara las reliquias que había llevado durante la noche y solicitaba su camisa de día, previamente calentada. Ofrecerle esta prenda constituía el punto culminante de todo este ritual de culto.

El primer acto de esta representación real no había terminado ni mucho menos. La ceremonia proseguía. Al monarca aún le quedaba subirse los pantalones, ponerse su jubón de raso azul, ceñirse el espadín, embutirse en su levita, anudarse la golilla y elegir con sumo cuidado uno de los cuatro pañuelos que, sobre una bandeja de plata, le ofracía el intendente del departamento de pañuelos

3 comentarios:

  1. Todo un espectáculo y un ritual de la monarquia absolutista.

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  2. ...ceñirse el espadís....me ha gustado..un abrazo desde Murcia.

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  3. Qué ritual tan inútil. Hoy nos parece ridículo todo esto. Pero supongo que en aquel tiempo formaría parte del sistema.

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