El emperador romano Justiniano tenía mucho interés en descubrir el secreto de la fabricación de la seda. como los chinos querían conservar el sustancioso monopolio, la exportación de gusanos de seda se castigaba en China con la pena de muerte. Justiniano sobornó a unos monjes persas para que viajaran a China y le trajeran gusanos de seda ocultos en el interior de cánulas de banbú. Por eso desde el año 550 d. C. se fabrica seda en Europa.
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