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jueves, 27 de enero de 2011
LA FREGONA
"UN DIA, EN 1956, estando en una cervecería, un compañero me dijo: "Deberías dejar de pensar en fabricar elementos de mantenimiento para la aviación e inventar algo para que las mujeres -señalando a una que limpiaba de rodillas un rincón del bar- frieguen de pie". "Esto está hecho", le contesté muy convencido y ya no pude quitarme la idea de la cabeza. Entonces, me vino a la mente aquella idea visual con la que había tenido contacto durante mi incursión (1954-55) en América: los hombres fregando con unos cepillos de palo largo el aceite de los hangares de la base donde hice un curso de mantenimiento para los primeros aviones caza de reacción, F-86, que el Ejército del Aire trajo a España".
Así cuenta Manuel Jalón, ingeniero aeronáutico, 75 años, cómo se le ocurrió aplicar sus conocimientos para facilitar un trabajo hasta entonces ingrato.
Importantísima también fue la labor del primer vendedor de fregonas, Enrique Falcón Morellón. Un hombre que llevaba siempre en el coche la fregona y que tenía por costumbre, cuando ofrecía por primera vez el producto, entrar en el comercio y comenzar a fregar. Por su experiencia sabía que observando una fregona nadie reconocía cuál podría ser su uso y que cuando se les explicaba que era para fregar el suelo de pie, tampoco se prestaba mayor atención ya que, entonces, la idea era que el suelo se fregaba de rodillas.
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