domingo, 1 de abril de 2012

LA GRAN BARRERA DE ARRECIFES


Tiene la gigantesca longitud de 200 km, una anchura de 300 a 200 m y cubre una superficie de submarina de casi 210.000 kilómetros cuadrados. Se extiende a una distancia de 30 a 200 km ante la costa noroeste de Australia, abraza protectoramente la costa de Queensland y señala con los dedos extendidos hacia Nueva Guinea. Esta construcción, la más impresionante de todos los tiempos, este inmenso muro subterráneo supera todo cuanto jamás han hecho los seres vivientes. Tampoco los hombres han sido capaces de ello. Es una maravilla en el extremo del mundo: la gran barrera de Arrecifes de Australia, el mayor arrecife coralino del mundo. El oleaje se lanza retumbante contra los muros exteriores; nubes de espuma saltan sobre el laberinto de arrecifes, islotes y bancos, sobre sus atolones, dunas y bajíos. Cuando el agua retrocede, la cordillera submarina se eleva en parte sobre las olas: azul pavo y turquesa, rosa, oro púrpura y verde jade, violeta y blanco níveo, con un reborde amarillo yema o cubierto de plantas verde menta. Muchos de los extensos arrecifes individuales de la gran barrera quedan cubiertos por el agua incluso durante la bajamar. Protegen la laguna interior de los embates del mar. Y mientras que a barlovento del arrecife el oleaje se lanza coronado de espuma contra el anillo exterior, los buques costeros hacen su camino de Brisbane al cabo York a sotavento, en el interior de la plácida laguna. Pero es un camino peligroso lleno de artimañas. Sólo los marinos muy experimentados se atreven a introducirse en sus estrechos canales. Ya James Cook sufrió un naufragio aquí en 1770, durante sus viajes de exploración. Pero las aguas de la laguna son calmas y cálidas. Muchas ballenas antárticas vienen en invierno para parir sin peligro. En un tiempo, el continente australiano debió de extenderse hasta el actual arrecife exterior, y tenía colinas y altas sierras. Todavía sobresalen del agua sus cimas, mientras que toda la costa se ha hundido. Y vinieron los corales. Sus larvas transparentes y móviles se introdujeron en las cálidas aguas bajas, se asentaron y formaron arrecifes, muros e islas. Comenzaron la construcción de la gran barrera, y la obra crecía en un metro cada mil años. Su obra fue avanzando al mismo ritmo en que se hundía imperceptiblemente la zona costera y la cornisa continental y subía el nivel del agua, pues los corales son animales de superficie; por eso debían levantar más y más su construcción, hacia arriba, hacia la luz, e introducirse cada vez más a mar abierto.

Fuente visitada.
mgar.net/mar

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