sábado, 1 de septiembre de 2012

EL ALCA GIGANTE


El alca gigante también se denomina alca imperial, gran pingüino o simplemente pingüino. Originalmente, la única ave que recibía este nombre, era el alca gigante. Posteriormente, los marineros y exploradores de los mares antárticos (en su mayor parte británicos, norteamericanos y escandinavos) comenzaron a llamar también pingüinos a las aves no voladoras del Hemisferio Sur (hasta entonces conocidas como pájaros o patos bobos).

 Los ejemplares adultos tenían alrededor de un metro de altura, unos 78 centímetros y llegaban a pesar 5 kilogramos. El plumaje era negro en las alas y la espalda, cuello y cabeza. A los lados de ésta destacaban dos manchas blancas, del mismo color que el abdomen. Las patas eran oscuras y palmeadas, y el pico, usado para arponear peces bajo el agua, era muy robusto. El rasgo más distintivo de estas aves era su incapacidad para volar, fruto de su adaptación al buceo. Formaban parejas que incubaban un único huevo extraordinariamente grande sobre los acantilados o las playas durante la época de reproducción.

 Su incapacidad para volar y lo apetitoso de sus huevos (13 centímetros de longitud y 400 gramos de peso) y carne las hicieron un apreciado alimento y unas presas perfectas ya en la prehistoria, como demuestran varios yacimientos paleolíticos. Fue sometida a una caza despiadada: por otra parte, eran aves confiadas en exceso, que se dejaban capturar con gran facilidad. A finales del siglo XVI el alca gigante ya había desaparecido de la Europa continental y en América del Norte sólo abundaba al norte de Nueva York.

 Sorprendentemente, mientras el ave se extinguía en el resto del mundo, las alcas abundaban por cientos en algunos lugares de Islandia, como la isla de Geirfuglasker, adonde se dirigían con frecuencia los marineros para aprovisionarse de carne. Su suerte cambió durante las Guerras Napoleónicas, cuando dos barcos arribaron allí en 1808 y 1813 y se cobraron cientos de aves y huevos. Para colmo, un terremoto hizo desaparecer la isla de Geirfuglasker bajo las aguas en 1830. Las alcas imperiales emigraron a otros lugares de Islandia donde no se habían visto en años (y fueron cazadas igualmente), e incluso apareció una, casi muerta de hambre, en las costas de Irlanda. La isla de Eldey, cerca de la desaparecida Geirfuglasker, se convirtió en el hogar de las últimas parejas supervivientes.

 Un ave tan sumamente rara despertó entonces el interés de todos los coleccionistas europeos, que pagaron cantidades cada vez más desorbitadas por hacerse con una piel o un ejemplar disecado de alca gigante.
 En 1844, Carl Siemsen, de Reikiavik, persuadió al pescador Vilhjalmur Hakonársson para realizar una última expedición a la isla, pues había oído que en Dinamarca ofrecían 100 coronas por un solo pellejo de alca gigante que pudieran encontrar. Hakonársson desembarcó en Eldey el 2 de junio junto con otros tres hombres, y dos días más tarde consiguieron divisar entre las gaviotas una sola pareja de alcas en su nido. Las mataron y ya no se volvió a tener noticia de ningún otro ejemplar vivo.

Fuente. Wikipedia.

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