En España gobernó un rey de 1.886 a 1.931 que tenía una extraña relación con el himno nacional. Aunque lo había oído en innumerables ocasiones, al rey Alfonso XIII le resultaba imposible reconocerlo. Este hecho habría pasado desapercibido de no ser porque su propia esposa se dignó a pedirle que tuviera el decoro de levantarse al escuchar el himno. De modo que a Alfonso no le quedó más remedio que tomar a su servicio a un hombre que debía permanecer constantemente a su lado para indicarle en qué momento sonaban las notas del himno nacional.
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