El majestuoso edificio que Felipe II ordenó erigir para conmemorar la victoria de San Quintín, obtenida el 10 de agosto de 1.557, festividad de San Lorenzo. El proyecto fue iniciado en 1.563 por Juan Bautista de Toledo; pero al morir éste cuatro años más tarde, le sucedió Juan de Herrera, que lo terminó en 1.584. La planta del monasterio tiene forma de parrilla porque así lo quiso Felipe II para que recordase la parrilla en que murió martirizado San Lorenzo, y el edificio en sí, es considerado como el de mayor planta de cuantos existen en Europa. Tiene en total dos mil seiscientas setenta y tres ventanas, dieciséis torres, quince claustros, dieciséis patios, ochenta y seis escaleras, ochenta y ocho fuentes y mil doscientas puertas, y sus pasillos alcanzan una longitud de ciento sesenta kilómetros.
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