En el Timeo y en el Critias atribuye al sabio Solón, una descripción de la Atlántida .
En el corazón de la Atlántida - dice Solón - había una llanura de forma oblonga y con una superficie de 6.ooo.ooo estadios (191.381 km cuadrados) que una cadena de montañas altas protegía de los vientos septentrionales. El clima era subtropical y permitía dos cosechas al año.
El país era rico en minerales, en metales preciosos, en productos agrícolas, en aguas frías y calientes; la industria, los oficios y la ciencia eran florecientes. Grandes canales atravesaban el territorio, grandes puertos abastecían las ciudades, cuyos muros defensivos estaban revestidos de orialco - un metal semejante a una aleación de cobre y oro - mientras que las naves podían atravesar el océano desafiando cualquier tempestad. Los edificios públicos y privados estaban construidos en piedra roja, blanca y negra.
El templo de Poseidón, estaba ornamentado de oro, con las paredes revestidas de plata; en este templo los diez reyes de la Atlántida mantenían sus periódicas consultas.
Según Solón, alrededor de 1,200.000 hombres estaban reclutados por el ejército y la marina, de donde se deduce que la población estaba constituida por muchos millones de habitantes.
Los diez reyes, directos descendientes de Poseidón ("se reunían cada cinco o seis años, y reunidos discutían los intereses comunes y averiguaban si alguno había transgredido las leyes y lo juzgaban. Celebrado el juicio lo escribían en una tabla de oro y lo dedicaban a los dioses como recuerdo junto con sus túnicas...")
Con el curso de más de dos milenios la trágica realidad de la Atlántida se ha hecho cada vez más lejana y legendaria, relegándola al campo de las sugestiones y las supersticiones populares.
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